Archivos 2023-06-07

El gambito de un matemático

«La reducción al absurdo, que tanto le gustaba a Euclides, es una de las más poderosas armas de un matemático. Va más allá que cualquier gambito en el ajedrez: un jugador de ajedrez puede ofrecer en sacrificio un peón o incluso una pieza mayor, pero un matemático ofrece el juego»

Godfrey Harold Hardy (1877-1947), matemático británico, «A Mathematician’s Apology»

Visto en la Singularidad Desnuda


Breve y monosilábica historia del universo

Por fin hay luz y ya se ve, mas no fue por mor de Dios: es por un gran bang que lo que no fue, ya es.
La luz que es el Sol es de gas, y del gas de su piel se da el ser. Tras el ser, el gen, un pez, tú, yo y él.
Con la voz un ser se ve a él y ve que el que no es él, es vil. Es el bien y el mal. De tal quid se dan el clan y la ley, mas no hay rey que dé la paz.
Y ya es hoy. El tren, el chip, la red, y ya sé por qué hay luz y por qué se ve.

Bender, en la lista Snark.


Tío vivo

El 17 de julio de 1834 fue en Madrid un día de luto y de desolación. Más de ciento cincuenta personas habían fallecido del cólera en la noche anterior. Una de las víctimas fue el infortunado Esteban Fernández, que tenía que ganarse la vida (con un aparato giratorio de los llamados caballitos) en lo que hoy se llama paseo de las Delicias, sito detrás del Hospital General.

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Sevilla tuvo que ser

Un tailandés preguntó en el grupo de USENET soc.culture.spain (en 1994): ¿Cómo es Sevilla? Intenté responderle y me salió una respuesta bastante inútil. La encontré de nuevo entre los ficheros del disco duro hoy. Y me sorprendió (¿o no? ¿acaso Sevilla no es eterna?) ver que sigue siendo igual de inútil, igual de válida. La escribí a vuelapluma, pensando en algún día hacerle correcciones, pero nunca tengo tiempo o ganas. Aquí os la dejo, tal cual.

Asumid que tiene varias décadas y hay cosas que han cambiado y otras, desgraciadamente, no.

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Atila

Rey de los hunos, emperador del mundo. Desplazó a los bárbaros que ocuparon el imperio romano a mediados del siglo V. Por su culpa, anglos y sajones ocuparon Inglaterra, los suevos Galicia, los longobardos Italia y los godos España, Francia y Alemania. Sitió dos veces Constantinopla, tomándola una de ellas y arrasándola con las epidemias que traía consigo el ejército. Trajo la peste a Europa por primera vez. Cuando Honoria, una de las herederas del Imperio, le pidió ayuda, Atila le exigió como dote todo el Occidente. Al negarse aquella, el huno declaró que de todas formas, tomaría lo que era suyo. Godos y romanos se aliaron para contenerle en los Campos Cataláunicos. Cuando volvió a su palacio trasdanubiano a descansar y casarse con la bella Ildico, murió de una hemorragia nasal o de un ataque cardíaco. Sus guerreros se cortaron con sus espadas porque al azote de Dios no se le debe llorar con lágrimas, sino con sangre.

Tenía 47 años cuando murió. Como Nelson, Bolívar, Garland, Goebbels, Piaf o Pirro.