Hace tiempo me contó mi amigo Almar que estaba oyendo la radio y alguien llamó por teléfono al programa. Cuando le preguntaron por su profesión, afirmó ser seleccionador de ambientes. Tras la sorpresa inicial, la locutora del programa logró (no sin mediar un buen interrogatorio) que el interfecto confesara ser portero de discoteca, vulgo gorila.

Hoy iba por la calle con la moto cuando vi un coche con un cartel profesional que rezaba en grandes letras: controlador medioambiental. Intrigado, me acerqué hasta que logré distinguir la denominación tradicional del oficio de los ocupantes: desratizador.

Hace ya tiempo que oficialmente los peritos son ingenieros técnicos y los aparejadores son arquitectos técnicos. Los maestros pasaron a llamarse profesores de EGB, asunto que nunca he entendido bien, pues siempre me pareció bellísima la denominación antigua.

Nada que ver, sin embargo, con el empaque que consiguieron los decoradores cuando popularizaron ser llamados arquitectos de interiores. Los peluqueros son ahora estilistas y los varilleros o poceros reciben el pomposo nombre de mantenedores de redes (lo vi ayer en un anuncio y creí que eran informáticos ¿o analistas de sistemas?). El humilde jardinero se crece en paisajista y el recepcionista en auxiliar de información. De la misma forma que el barrendero es limpiador municipal de calles, aunque envidia al antiguo basurero, hoy gestor de residuos urbanos.

Seguro que conoces algún ejemplo más. Un favor te pido. Termina tú de escribir este post. A ver si entre parroquia y turistas logramos recopilar una buena lista de profesiones dignificadas.