Un viaje en bicicleta.
Esta página contiene el artículo completo de mi viaje a Laponia en Julio de 1991. El texto es de ese mismo año y la primera versión de la web (que prácticamente no ha cambiado) de 1994, así que verás que hay muchas cosas desactualizadas. La versión original está en mis páginas de la universidad de Sevilla. Allí está un poco mejor formateada y tiene un fondo «ad hoc», pero sigue siendo muy web 1.0
Un mes en bicicleta al norte del círculo polar ártico, recorriendo Finlandia, Noruega y Suecia. Espero que la disfrutes. A continuación puedes ver el mapa del viaje y tras él, la narración y algunos comentarios y datos útiles
Donde no se pone el sol…
1. Preparativos y viaje.
No sé muy bien cuándo ni dónde surgió la idea…El Norte, con mayúsculas, la Naturaleza, el Sol eterno, todo con mayúsculas. Y la bicicleta. Todo fue tomando forma poco a poco. La idea era hacer una «expedición», un buen grupo de amigos, ocho, diez, doce. Uno o dos coches de apoyo. Sin alforjas en los vehículos de pedales, para poder gamberrear por los senderos laterales, tomar atajos imposibles de otro modo, cruzar fronteras por las rutas de los trineos de renos, buscar gnomos entre los líquenes…
Buscamos patrocinadores. La mayoría no se dignaron responder. Otros, muy amablemente nos deseaban: «suerte en su aventura, pero Ud. ya sabe, nuestros presupuestos para este tipo de actividades ya están cubiertos». La respuesta de uno llegó a la grosería, pero eso fue un caso excepcional. Decidimos al final financiarlo como pudiéramos.
Un buen grupo de colegas estaban interesados en la historia. Pero fueron cayendo poco a poco. Justificadamente, la mayoría. A aquél no le pagaban los clientes de la pequeña empresa que tanto trabajo le había costado montar, éste no podía colocar los niños en ningún campamento, el otro no podía coger las vacaciones en Julio ( y había que ir en Julio, el Sol de Medianoche no entiende de vacaciones y en Agosto hace frío ya), aquella de más allá tenía una oportunidad irrepetible de ir a Sudamérica, rupturas de pareja,…
Quedamos dos personas veinte días antes de salir. ¿Qué hacemos?. Yo voy como sea, llevo un año mirando mapas, soñando con Laponia, preparando rutas, buscando patrocinadores, entrenando (poco, la verdad), arreglando la bici. Yo también. ¡A correr!. Comprar alforjas, disminuir las listas de equipaje. El viaje será distinto, pero también maravilloso, pensábamos.
Muchos nervios. Buscar los billetes. (Gracias, MariAngeles). El pasaporte está caducado. Hay que cambiar el dinero. Embalar las bicis para el avión. El día antes de salir, en Madrid, todavía nos faltaban diez o doce cosas por hacer. (Gracias, MariCarmen y Manolo, sin vosotros posiblemente nos habríamos dejado al menos una bici en España).
Desde la casa donde dormimos en Madrid hasta el aeropuerto de Helsinki, con escala en Londres, más de doce horas. Llegamos a las once de la noche del día 2 de Julio. Primer disgusto, ha desaparecido un saco de plumas. Debemos salir a las siete de la madrugada para Rovaniemi, la capital de la Laponia finlandesa. Cuándo acabamos los papeleos de las reclamaciones, es casi la una de la mañana. Tomamos, cargadísimos de equipaje, el autobús para el centro de Helsinki. Primer adelanto de lo que nos espera, la noche es clarísima. Segunda sorpresa, bajamos al lado de la Estación de Ferrocarril y encontramos un aparcamiento para bicicletas inmenso, lleno de bicis sin candado, con bolsas de sillín, alforjas, bombines,… No damos crédito a nuestros ojos, viniendo de una ciudad dónde te roban la bici casi de entre las piernas.
Aprovechando que hay luz, montamos las bicicletas. Bueno, las bicicletas, las alforjas, la tienda de campaña, los sacos de dormir, los aislantes…. Damos una vuelta por Helsinki para probar la consistencia del equipaje. Es como una ciudad fantasma, de día y sin habitantes ni vehículos. En cualquier caso, nuestra tercera y muy agradable sorpresa son los innumerables carriles-bici que entrecruzan toda la ciudad.
Volvemos a la estación con tiempo para sacar los billetes. Esta vez la sorpresa es un poco más desagradable, el gran número de alcohólicos que pululan entre los andenes. Los tópicos que teníamos de los países nórdicos empiezan a cumplirse. Otro que se cumple es la fantásticamente bien organizado que está todo. Nada más llegar a la estación con las bicicletas, el revisor del tren se encarga de ellas. Sin ningún problema y con suma delicadeza. Si alguna vez habéis viajado con la bicicleta en la Renfe, sabréis por qué hago hincapié en ésto.
El tren parece cutre, pero se carga 900 Kms. en 10 horas (que pasamos durmiendo casi todas). No es caro (13.000 pts. ida y vuelta). El paisaje (lo que vemos de él entre sueño y sueño) se va haciendo arbolado, lacustre, neblinoso, alucinante…
2. Al fin, Laponia.
Miércoles, 3 de Julio. 16,40h. Llueve y estamos en Rovaniemi, a 4 Kms. escasos del Círculo Polar Ártico. Mientras sacamos las bicis del tren escampa y un fabuloso arcoiris nos recibe.
Rovaniemi, 30.000 habitantes, más ciclistas que peatones. Toda una ciudad, a pesar de su población. 30 Kms. de pistas de esquí de fondo, 23 de ellos iluminados (En invierno, es la noche polar). En verano, los ciclistas de montaña locales ,los usan para subir y bajar como locos. Una biblioteca como nunca la he visto en España (y he visto unas pocas), con fonoteca (jazz, rock, flamenco country, clásica…) y con una hemeroteca perpetuamente actualizada con periódicos y revistas de todas las partes del mundo. Gratis y sin vigilancia. 6 museos, 3 campings, 2 estadios, uno de ellos cubierto, 3 polideportivos, pista de Tiro con arco,…
Situada en la junta de dos ríos y bajo una colina, este increíble rincón del mundo resulta agradable y acogedor. Aprovechamos esta circunstancia para quedarnos un par de días, intentando encontrar el saco que se perdió (al final compraremos otro) y haciendo pequeñas excursiones por los alrededores para ir desentumeciendo los músculos de las piernas.
Vamos al Círculo Polar Ártico el primer día a las doce de la noche y allí tenemos nuestro primer contacto con el Sol de Medianoche. El lugar donde la principal carretera del Norte de Finlandia se encuentra con el Círculo Polar es, como no, un centro turístico: El pueblo de Papá Nöel, con su fábrica de juguetes (se admiten encargos para Navidad en cualquier época del año). Nosotros llegamos a la hora de las brujas y no hay nadie. El sol, justo al norte, oscila sobre el horizonte con una luz mucho más amarilla que la de nuestro crepúsculo o nuestro amanecer. Parece que se va a poner, pero de repente empieza a alzarse. A nuestro alrededor, la taiga (bosque de coníferas), se extiende mucho más de lo que pudiéramos haber imaginado jamás.
Cruzan la carretera manadas de renos, desafiando los escasos coches que circulan a esa hora. Vemos un atropello, pero el reno parece sobrevivir. El coche queda completamente destrozado, pero no hay que lamentar desgracias personales. De los numerosos arroyuelos que atraviesa la carretera y de la cuneta húmeda surge una neblina que no se eleva más de un metro del suelo. El ambiente es impresionante. Sólo faltan los Trolls.
3. Pedaleando en el techo de Europa.
Viernes, 5 de Julio. 12,45h. Luce el sol. Hacemos las fotos de rigor y empezamos nuestro periplo. Abedules, abetos. Vemos más renos, un par de machos inmensos. El camino sube junto al río, suavemente. Viento ligero en contra. El bosque es inmenso. El tráfico, escasísimo y muy respetuoso. nunca te adelantan rozándote, sino que se apartan al menos metro y medio de ti. Si no pudieran porque viniera algún coche de frente ( y ya es casualidad, pero ocurre), o porque hubiera alguna curva, esperan pacientemente su oportunidad sin pitar.
Hemos escogido un primer día un poco duro (85 Kms.). Pero no hay otro camping antes en esta ruta. Quizás a vosotros os parezca poco, pero nosotros somos dos personas sedentarias, con poco entrenamiento, fumadores empedernidos y bebedores ocasionales.
Pero merece la pena. Aparece el camping de Molkoköngas, posado en la ladera de una colina, cayendo sobre los rápidos que forma el río al bordear una isla cubierta de árboles. El lugar es idílico y encantador, salvo que no hay agua caliente en las duchas (está estropeada). De todas formas, nos damos una ducha de agua fría para quitarnos el polvo de este largo camino.
Sábado, 6 de Julio. Las impresiones se nos siguen acumulando. Aumenta el número de mosquitos. Cuándo uno está en marcha, apenas se notan, algún choque en las gafas y poco más. Pero al parar para descansar, el agobio es insoportable. Pasamos muchos puentes sobre ríos inmensos que ni siquiera vienen en los mapas. Resulta increíble la cantidad de agua que hay en este país. Ríos, lagos, terrenos pantanosos…
Los pueblos aparecen completamente desiertos. El nórdico vive en su «palacio», sin relacionarse con el mundo exterior. Es callado, pero muy amable cuando se le requiere para algo.
Hoy acampamos en Kittilä. Han sido 75 kms., y el asfalto ha desaparecido un par de veces, para dejar lugar a una pista de tierra. Cuándo llegamos al camping está lloviendo, pero una ducha de agua caliente ¡al fin! y una cena bajo techo nos hacen olvidarnos de ello, hasta que escampa. De nuevo un sol de medianoche precioso, al otro lado del río y, opuesto en el cielo, el arcoiris.
Los borrachos locales toman el camping como sitio para tomarse la última copa. El camping no está vallado y un taxi pasa levantando polvo a las tres de la mañana. Nos quedamos dormidos con la boca abierta.
Domingo, 7 de Julio. Abandonamos el curso del río que habíamos seguido hasta ahora. El paisaje empieza a ralear y vemos los primeros atisbos de tundra (la llanura de líquenes). Muchos lagos. Cada vez más insectos molestos. Ahora hay también tábanos.
Hacemos una etapa un poco más corta. Acampamos al lado de un río de pescadores, a la entrada de Kiistala. Estamos bastante bien de forma física aunque las articulaciones se han resentido un poco (uno, el tobillo, la otra, la rodilla).
Lunes, 8 de Julio. Hemos pensado que deberíamos cambiar dinero, pero no hay ningún Banco en nuestra ruta hasta dentro de 160 kms.
Nada más abandonar Kiistala, la carretera deja paso a una pista forestal. Hay un par de granjas cerca del pueblo y luego, sólo una en 50 Kms. de camino. Las cuestas son cada vez más duras. Encontramos una manada de renos muy grande, con su estructura jerárquica perfectamente delimitada. Nos perseguimos durante unos 5 Kms.
Más adelante, mientras voy en cabeza sólo, cruza la pista una gansa con su gansito detrás. Se asusta al verme y se abalanza sobre mí para proteger a su cría. A continuación, la esconde entre la maleza y hace como que huye para apartarnos de ella.
Llegamos a Pökka. El camping, a un kilómetro del «centro comercial», (o sea del bar, porque aquí no hay ni siquiera una tienda de comestibles), es muy curioso. En realidad es una granja en funcionamiento, dónde aceptan caravanas y tiendas. En este apartado rincón, somos la única tienda y apenas hay dos o tres caravanas. La abuela, de pura raza lapona (en Finlandia hay pocos lapones, en Noruega y Suecia encontraremos más), ha puesto una especie de museo etnográfico en la casa familiar, como excusa para vender «souvenirs». Hay muchas cosas interesantes, de todas formas.
Dentro del recinto del camping hay una leñera inmensa, una cabaña cónica lapona de madera (para el verano), con su estufa-cocina, y una tienda de pieles, para el invierno. Pegada a la casa de la familia hay una sauna fuera de funcionamiento, dónde están todos los servicios del camping (WC, lavabos, toma de agua para lavar la ropa, ducha…). Al otro lado del prado, una granja de renos.
Nos duchamos y lavamos la ropa. Cocinamos dentro de la cabaña. El tiempo amenaza lluvia.
Martes, 9 de Julio. Llueve. Tenemos que tender la ropa dentro de la cabaña y poner la estufa al máximo. Aprovechamos para explorar los alrededores. Vemos un zorro plateado escurrirse entre las yerbas altas del prado.
Salimos cuando la ropa se seca, a las 5.30 de la tarde. No tenemos prisa, porque sabemos que aquí no se nos va a hacer de noche. La carretera es cuesta arriba los primeros 50 kms. Llueve suavemente.
Hacemos un descanso en la explotación forestal de Repojoki. El Ingeniero de Montes nos explica en un mal inglés (para disculparlo contaré que habla finlandés, sueco, noruego, alemán y lapón) que ésta es la peor época de mosquitos. Ellos trabajan de «noche» para evitarlos.
Estamos cruzando la parte más lapona de Finlandia. Vamos bordeando por la derecha el Parque Natural más grande de Europa. En el mismo corazón del Parque hay un poblado lapón que conserva aún las costumbres del siglo pasado, aunque han sustituido los trineos de renos por motos japonesas todoterreno.
Vemos también una extensísimo laberinto de madera, que se usa para atrapar y clasificar los renos salvajes. Nuestros antepasados no debían cazar de manera muy distinta.
El paisaje sigue raleando. Empieza a haber zonas más extensas de tundra. El sotobosque también cambia y entre los árboles se ven líquenes de mil colores, especialmente blancos, pero también morados,grises, rojos,…También encontramos bayas, setas y arándanos. Si no fuera por los mosquitos y por el frío, ésto sería un auténtico paraíso.
Llegamos al Camping sobre las dos de la mañana. Afortunadamente las cocinas, totalmente equipadas, hasta con los cacharros de cocina, están abiertas. Cenamos y nos duchamos. Mañana será otro día. Han sido 75 kms. bastante duros.
Miércoles,10 de Julio. Día de descanso. Vamos a visitar el Parque Natural. Hay varias rutas preparadas para hacerlas a pie, con zonas de acampada (¡con leña cortada!), refugios, etc… Seguimos alucinando con el estilo de vida nórdico.
El paisaje del Parque (del acceso al Parque, más bien) es precioso. Se multiplican los líquenes de colores alfombrando el suelo con mil dibujos diferentes.
Jueves, 11 de Julio. Hoy, suave. 45 kms., mayormente cuesta abajo, hasta llegar a Inari, una de las principales zonas turísticas de Laponia. Nos sorprende bastante volver a encontrar gente por las calles, tiendas de souvenirs, los campings llenos. Coincidimos con dos autobuses de turistas españoles, Madrid – Bruselas – Colonia – Copenhague – Estocolmo – Helsinki – Cabo Norte y vuelta en 21 días. Nos preguntamos si por lo menos saben dónde están ahora mismo.
El lago es precioso. Lleno de islitas, entre montañas. El paisaje nos sigue apabullando, vayamos donde vayamos. Durante la noche llueve.
Viernes, 12 de Julio. Amanece un día fantástico. Cambiamos dinero y hacemos algunas compras. La piel de reno es barata y está muy bien trabajada. Otras cosas que puede merecer la pena comprar por aquí son pieles de zorro, oso (nuestro espíritu ecologista se rebela un poco, pero habrá que decirlo para los que le interesen estas cosas.), cuchillos lapones (muy buenos, pero algo caros), joyas modernas (hay oro en Laponia, y aún hoy, buscadores de oro al estilo San Francisco 1.849), cristal tallado y utensilios de madera. Por supuesto todo lo relacionado con el camping y la vida al aire libre es más barato que en España. Curiosamente, en cambio, las bicicletas y accesorios son más caras.
Como hemos vuelto a la ruta principal al Cabo Norte, aumenta un poco el tráfico. Encontramos también algunos cicloturistas. Después de unos cuantos kilómetros la carretera se estrecha y empieza una zona de toboganes bastante dura, pero muy divertida.
Acampamos en un camping muy bonito. Esta zona está completamente despoblada y los animales (conejos, renos, patos…) se pasan toda la «noche» paseando por el camping.
4. Tundras, ríos y fiordos: Finnmark, Noruega.
Sábado, 13 de Julio. Se aproxima la tundra. Descansamos para comer en el principio de un sendero señalizado de 65 kms. que atraviesa el Parque Natural más al Norte de Finlandia. El sitio es fantástico, pues el camino atraviesa multitud de arroyuelos mediante puentecitos de tablas. Las partes más pantanosas del camino también están protegidas con maderas y cada 2 ó 3 kms. hay zonas de acampada preparadas con sus barbacoas, servicios, leña cortada…
Poco después volvemos a alegrarnos de llevar bicicleta de montaña, pues la carretera está en obras durante 6 ó 7 kilómetros. Una fuerte bajada hacia el valle de un río enorme (el Karasjokka) y entramos en Noruega sin ningún trámite aduanero.
El paisaje ha cambiado bruscamente. Remontamos el curso del río, que parece un ejemplo de libro de Geografía sobre meandros. Se encuentran todos los elementos: arenales en el interior de las curvas, grandes piedras de aluvión en el exterior, lagunas residuales en el curso abandonado del río…
Dormimos en el camping de Karasjok. Es una ciudad extensa, aunque pequeña, con un cierto encanto. El centro comercial parece copiado de los que aparecen en las películas americanas ambientadas en el Medio Oeste, tres gasolineras, dos bancos y un pequeño complejo de tiendas. El número de mosquitos y otros bichos molestos vuelve a ser exageradísimo.
Domingo, 14 de Julio. Karasjok viene a ser una de las capitales laponas del interior. El 80% de sus habitantes hablan lapón y se notan rasgos más orientales. Incidentalmente comentaré que las muchachas más bonitas que vi en todo el viaje fue en este pueblo. Es también centro para un montón de excursiones y actividades al aire libre, tanto en invierno como en verano. Pesca, caza, guía de trineos con renos o con perros, esquí de fondo, senderismo, canotaje, rafting, descenso de ríos en balsas… La agencia de turismo local funciona perfectamente, (como todo en estos países) y os puede enviar información mucho más completa, si os interesa.
Nosotros seguimos remontando el río. Llegamos a la confluencia con un afluente, sitios que eran sagrados para los lapones (o samis, como ellos prefieren ser llamados). Comprendemos perfectamente porqué, de nuevo impresionados ante la grandiosidad del paisaje. El dios lapón de las tormentas no parece estar muy contento con nosotros y nos envía un chaparrón de órdago a la grande. No hay ningún lugar donde refugiarse y lo soportamos como podemos.
Poco a poco van desapareciendo los meandros (ahora remontamos el Jiesjokka) para dar paso a una sucesión de rápidos y zonas más calmadas. La tundra, entremezclada con bosque bajo nos rodea. Algunos pescadores van en barcas dejándose llevar por la corriente y nos saludan al pasar.
La carretera abandona ahora el río, vamos a cambiar de valle e iniciamos la subida de un puerto de montaña relativamente corto (5 kms.), pero con una pendiente muy fuerte. Nos hemos metido casi sin darnos cuenta en los Montes Escandinavos y estamos haciendo la subida al llamado Altiplano Lapón.
A izquierda y derecha de la carretera no cesan de aparecer pistas de tierra que nos invitan a explorarlas con la bicicleta. Desgraciadamente vamos muy cargados para eso. Nos cruzamos con dos senderistas y con algún camión, pero el resto de la humanidad parece haber desaparecido. No hay camping, así que acampamos en una cantera abandonada, para solaz de los feroces mosquitos noruegos, que se ensañan con nosotros.
Lunes, 15 de Julio. Hoy cruzamos una zona de lagos. Hay pequeñas playas paradisíacas, si estuviéramos en el Caribe y no a los escasos 10 o 12 grados de temperatura que tenemos. De nuevo entramos en una parte más montañosa, hasta que llegamos al río Altajokki, que se encamina al Océano Polar Ártico. Es aún más grande que los que hemos cruzado hasta ahora, encajonado entre grandes colinas cubiertas de bosques exuberantes. El paisaje es grandioso, nuevamente. Hay cascadas cayendo por las laderas en las dos orillas y casi llegando a nuestro destino, el río se ensancha, formando un lago de película.
Aparentemente, Masi era un poblado lapón en estado puro. Es posible que eso fuera cierto cuando la carretera no pasaba por aquí, pero desde la construcción de la carretera nueva, en los años sesenta, creo, se ha convertido en una trampa para turistas. El valle es maravilloso, por supuesto.
Un problema que nos va repitiendo en Noruega es la señalización de los campings. Aquí un camping no es un lugar para poner la tienda de campaña o la caravana, sino un poblado de cabañas de alquiler. Como llevamos ya mucho tiempo sin dormir en una cama decidimos tomar una y tomarnos también un día de descanso. Para completar la fiesta, nos tomamos dos cervezas (a 600 pts. cada una).
Martes, 16 de Julio. Hacemos una excursión en autobús a Alta, en el fondo de un fiordo en la costa Norte de Noruega. El camino es precioso, cruzando estrechos cañones de piedra y de nuevo bosques de coníferas.
Alta es casi una ciudad. De todas formas, aquí tampoco hay horrendos bloques de edificios, sino casitas unifamiliares separadas por jardines o por trozos de naturaleza virgen. El respeto al entorno y la integración con el ritmo de la naturaleza marcan el urbanismo de estos pueblos hipercivilizados. Las paredes del fiordo están nevadas, el mar completamente en calma. En la playa hay secaderos de bacalao y arenques.
En un extremo del pueblo hay un museo al aire libre, construido sobre un asentamiento paleolítico de hace 6.000 años. En la roca, pinturas rupestres muy bien conservadas narran la caza del oso y el pastoreo del reno. Este sitio está declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Volvemos a la cabaña y dedicamos el resto del día a poner a punto las máquinas. Nuestra intención es coger mañana una pista (la carretera antigua) que atraviesa la tundra.
Miércoles, 17 de Julio. No encontramos la pista que buscábamos y volvemos por la misma carretera. Entre los mojones kilométricos 15 y 14 hay una zona de descanso. Oímos ruido de agua y al adentrarnos en el bosque para investigar aparece entre nuestros atónitos ojos una inmensa catarata de unos 30 m. de altura y 100 ó 150 de ancho. Nos extraña no haberla visto señalizada, pues está anunciada (su nombre es «Pikefossen») en todos los panfletos turísticos y en los mapas, pero posiblemente sea porque la carretera está en obras. Naturalmente, paramos a comer allí, disfrutando del paisaje. Unos cuantos turistas finlandeses pescan el salmón en los rápidos, casi debajo de la catarata.
Llegamos al cruce que pasamos anteayer. A dos kms. hay un pequeño mercadillo de nómadas lapones vendiendo recuerdos para turistas. Hay muy poca artesanía y casi todo es puro kitsch, algo así como las giraldas de plástico con luz que venden en Sevilla.
Más adelante encontramos la salida de la pista que habíamos buscado al principio del día. Tengo un problema con la palanca del cambio, pero gracias a la inestimable ayuda de un grupo de cicloturistas alemanes y a la habilidad de un granjero noruego se puede solucionar. El granjero y su madre incluso nos invitan a cenar. Son personas amables y encantadoras.
Continuamos viaje. Estalla una tormenta que deja chica a la del otro día. Llegamos a Kautokeino justo cuando deja de llover. El pueblo, situado en un hermoso valle, es el centro de los pastores nómadas del altiplano. Tiene un encanto especial, aunque no es muy bonito.
El camping, maravillosamente equipado, nos ofrece un sol de medianoche inolvidable. Debido a las nubes, hacía ya unos cuantos días que no lo veíamos.
Jueves, 18 de Julio. Paisaje con tundra. Hace bastante frío. Cruzamos la frontera finlandesa. Vemos un zorro y renos. El camping de Palojarvi, de lujo, junto a un lago.(jarvi=lago, joki=río, vaara=colina)
5. La taiga, otra vez.
Viernes, 19 de Julio. Cruzamos Enöntekio. El paisaje vuelve a arbolarse y a cubrirse de lagos poco a poco. Hemos adquirido una forma física muy buena y yo he perdido casi completamente mi barriga cervecera (adelgazaré 8 kilos a lo largo del viaje, que buena falta me hacía).
Palojoensuu, final de la etapa de hoy, es apenas el camping, una gasolinera, una tienda y un par de casas en un cruce de carreteras. Como es norma en los campings finlandeses fuera de las zonas más turísticas, somos la única tienda en un camping excelentemente bien equipado. Cocina cubierta, con menaje incluido, calefacción en las duchas, sauna, barbacoa y zona de fuego al aire libre. Existe la posibilidad de alquilar barcas o canoas en casi todos ellos.
Sábado, 20 de Julio. La carretera va bajando, en general, desde hace un par de días. Empezamos a tener sensación de retorno. Seguimos viendo animales: un montón de renos, algunos machos muy grandes, un zorro, conejos, ardillas, todo tipo de pájaros.
Comemos en una tienda de souvenirs muy grande. Tienen un oso disecado en la puerta y otros animales (un reno tirando de un trineo…). Mientras estamos allí llega un autobús de italianos jubilados que nos devuelven el barullo mediterráneo que casi habíamos olvidado.
El suelo del bosque vuelve a parecerse al del Parque Natural de Lemmenjoki, con líquenes de colores. En algunos tramos, llega a parecer que estemos pedaleando por un parque urbano cubierto de césped y no por enmedio del bosque más grande de Europa.
Llegamos a Muonio, donde está la frontera sueca. El pueblo es bastante vulgar. Al otro lado del río, Suecia es pantanosa e inhóspita. Reaparecen los mosquitos.
El camping que esperábamos encontrar no aparece, pero la suerte nos acompaña y dormimos en una zona de descanso de la carretera. Nada que ver con las áreas de descanso de nuestras autopistas. Situada al lado del río Merasjoki, ésta zona tiene una cabaña con chimenea, con sus mesas y sus sillas. En el exterior de la cabaña, otra chimenea en una terraza cubierta. Dos leñeras (con leña, claro), servicios, zona de barbacoa, mesas desperdigadas por los campos de alrededor… Mejor que un camping. Sólo le falta la ducha.
Domingo, 21 de Julio. La carretera se convierte de pronto en una excelente pista de tierra. Esta es otra razón para haber traído las bicicletas de montaña. Hemos dejado atrás la zona pantanosa de «anoche» y estamos otra vez metidos de lleno en el bosque. Esta parte de Suecia está un poco más habitada que el resto del camino que hemos hecho, pero aún así sigue siendo un desierto.
Los equipamientos son fabulosos. Encontramos zonas de baños en los lagos con vestuarios abiertos al público en general, zonas de descanso en la carretera con estufa y/o chimenea, todo perfectamente preparado para los minusválidos (siempre hay una rampa de acceso a todas partes), senderos marcados para hacer excursiones con zonas de acampada limpísimas, carriles para bicicleta en la más pequeña de las aldeas. Sentimos una ligera vergüenza al pensar que todo ésto no existe en nuestro país y que, hasta que no desaparezca el vandalismo y la falta de educación que tenemos, no puede existir. Aquí no hay una pintada en las paredes ni un papel en suelo. Nadie se lleva el papel higiénico de los servicios, ni destroza los bancos de las zonas de descanso. En fin, mejor no pensar demasiado en ello.
Llueve, aunque no demasiado. Dormimos en otro de los fabulosos refugios que hay por aquí, esta vez al lado del río Muoniojoki, en Aareavaara. El sol de medianoche se refleja en los rápidos. Ocasionalmente pasa una canoa de pescadores. Al otro lado del río, Finlandia, llena de inmensos abetos y de abedules. Laponia nos está enamorando irremisiblemente.
Lunes, 22 de Julio. Las casas suecas son más grandes que las finlandesas y las noruegas. Casi todas tienen dos pisos, en lugar de uno sólo. Es típico tener una copia pequeña de la casa en el jardín como pajarera. Por supuesto, el único material de construcción es la madera. Está todo cuidadísimo, los jardines llenos de flores y en todas las ventanas cortinas bordadas.
Cogemos un camino un poco más largo, por una pista de tierra que bordea el río. Seguimos atravesando el bosque. Cruzamos un puente sobre un gran río y llegamos a otra ciudad, Pajala, donde descansaremos un día.
Martes, 23 de Julio. Pajala, al nivel esperado. Toda la ciudad cruzada por carriles-bici. Aquí la bicicleta no es un deporte (casi no hay noticias sobre el Tour que está ganando Indurain), sino un medio de transporte que todo el mundo utiliza. Resulta curioso cruzarse con abuelas de 60 años o más con su casco de colores brillantes yendo a hacer la compra en bicicletas de paseo. Las señoras que están muy viejas utilizan una especie de carrito-patinete. Es lógico el uso que aquí se hace, pues aunque las ciudades no están muy pobladas, al ser todas las casas unifamiliares con jardín y haber tantísimo parque, resultan muy extensas.
Aprovechamos el día de descanso para lavar la ropa y avituallarnos.
Miércoles, 24 de Julio. Hay un poco más de tráfico, pero sigue siendo escaso. Seguimos con la tónica de los días anteriores, bosque, animales y equipamientos increíbles.
Volvemos a cruzar la frontera finlandesa para entrar en Pello. En la segunda ciudad de la Laponia están poniendo en el cine ¡Matador! (la de Almodóvar) en v.o. subtitulada en finlandés.
Se pone el sol por primera vez desde el comienzo del viaje. Media hora después, vuelve a salir. No ha tenido tiempo de hacerse de noche.
Jueves, 25 de Julio. La salida del valle de Pello es empinada. A pocos kilómetros hay una estación de deportes de invierno donde hay una manada de renos pastando y un lago lleno de salmones saltando. Hay también patos, ardillas y toda clase de bichos. Aquí vive y entrena el campeón mundial de esquí de fondo.
Tres o cuatro kilómetros después un caminito de tablas nos acerca a Jaipaljukka, una reliquia geológica de la última glaciación. Es un inmenso delta de piedras que finaliza una garganta por donde bajaba, primero un glaciar y después un río. Las piedras, grandes, están cubiertas de líquenes de colores verdes, grises, negros y blancos.Entre ellas sobreviven algunos abedules. Además hay una visión fantástica de un valle arbolado, donde la única señal de vida humana es una granja aislada.
El camino vuelve a ponerse más montañoso. Abundan los renos. De cuando en cuando, alguna granja. Están recogiendo la paja, que secan en unos curiosos pajares muy alargados.
Cruzamos un lago donde florecen nenúfares, con unas bellas flores amarillas. Hay otra playita con vestuarios. Nos encontramos con un coche matrícula de Madrid, al que saludamos alborozados. (Un saludo, Paco, si lees ésto).
Más lagos. Grandes, azules, completamente calmados.
Entramos en un bar a tomar café. El ambiente no hubiera desmerecido en cualquier bar de pioneros del Oeste. Chicos rudos, granjeros y leñadores, vestidos con camisas de cuadros y pantalones vaqueros beben cerveza en grandes jarras y hablan y ríen en voz muy alta. Las mujeres de los más mayores intentan llevárselos a cenar a casa. Reina un ambiente de aquí-nos-conocemos-todos encantador.
En un pequeño repecho, nos sorprende la puesta de sol. Mientras paramos para admirarla, pasa un circo. Con todos los animales que hemos visto por el camino, ¡sólo nos faltaba ver un dromedario!.
El camping donde nos tocaba dormir esta noche está muy bien. Al borde de un lago, con cabañas, habitaciones, bar, salón de baile, restaurante, tienda de comestibles y sauna. Sólo tiene un pequeño defecto: está abandonado. Tras espantar a un reno gigantesco que había tomado propiedad del lugar, nos disponemos a dormir en el salón de la sauna, frente a la chimenea, tras colarnos por una ventana. Se está divinamente. Hay leña por todos lados, pero nos falta agua.
Viernes, 26 de Julio. Recogemos y limpiamos nuestro lugar de descanso. El camino de hoy es fácil y cómodo. Final del viaje, otra vez Rovaniemi. Dejamos nuestra ropa de ciclista y nos vestimos de personas para ir a celebrarlo al centro del pueblo.
Sábado, 27 de Julio. Dedicamos el día a las últimas compras y después a disfrutar en bicicleta (sin alforjas, por fin) de los maravillosos senderos que atraviesan la colina de Ousnavaara, cerca de Rovaniemi. Sólo por recorrer estas pistas de esquí de fondo ya casi merecería la pena haber hecho el viaje. La guinda la pone un descenso vertiginoso junto al trampolín gigante de esquí. Esta noche salimos para Helsinki y de allí, vuelta a la dura rutina cotidiana.
DIRECCIONES ÚTILES (1991):
Embajadas y consulados:
Embajada de Noruega
Juan Bravo,3 C
MADRID
Tel:91-4016262
Consulado de Noruega
Provenza, 284
BARCELONA
Tel: 93-2150094
Embajada de España en Noruega:
Oscarsgate 35
Oslo
NORGE
Embajada de Suecia:
Zurbano 27
28005 MADRID
Tel: 91-4197550
Consulado de Suecia:
Córcega, 289
BARCELONA
Tel: 93-2181566
Embajada de España en Suecia:
Hazeliusbacken 14.
Djurgarden – 11521 Stockholm
SWEDEN
Tel: (08) 525494 / 624112
Embajada de Finlandia:
Castellana 15
MADRID
Tel: 91-4196172
Consulado de Finlandia:
Gran Vía Corts Catalans, 653
BARCELONA
Tel: 93-3181838
Líneas Aéreas:
SAS (Líneas Aéreas Escandinavas)
Edificio España
Gran Vía, 88
MADRID
Tel: 91-2471700/2419820
FinnAir
Princesa, 5
MADRID
Tel: 91-3058980
Otras Líneas Aéreas que cubren Escandinavia:
British Airways (con escala non-stop en Londres)
Iberia (Helsinki, Oslo y Estocolmo)
Oficinas de Turismo:
Oficina Nacional Finlandesa de Turismo
Fuencarral 139, 6(o) A
28010 MADRID
Tel: 91-4470494
Fax: 91-5930175
Finnish Tourist Board/Tourist Information
Unioninkatu 26
SF-00130 Helsinki
SUOMI-FINLAND
Tel:(07)-358-0-403011
Finnish Tourist Board/Tourist Information
PB 249
SF-00130 Helsinki
SUOMI-FINLAND
Fax:(07)-358-0-40301333
City Tourist Office
Aallonkatu 1
SF-96200 Rovaniemi
SUOMI-FINLAND
Tel:(07)-358-60-16270/3222279
Fax:(07)-358-60-17351
Pello Tourist Office
Kunnantie 4
SF-95700 Pello
SUOMI-FINLAND
Tel:(07)-358-695-13841
Finnmark Opplevelser A/S
B.P. 1223
N-9501 Alta
NORGE
Tel:(07)-47-84-35444
Karasjok Opplevelser A/S,
P.O. Box 192
N-9730 Karasjok
NORGE
Kautokeino Turistinformasjon,
N-9520 Kautokeino
NORGE
Alta Turistinformasjon,
N-9500 Alta
NORGE
Tel: (07)-47-84-37770
Tourist Information
Hjalmar Lundbomsvagen 42
Kiruna
SWEDEN
Tourist Information
Sweden House
Hamngatan 27
Stockholm
SWEDEN
Oficinas de Parques Nacionales:
National Board of Forestry
District Office of Ylä-Lappi
Box 36
SF-99801 Ivalo
Tel:(07)-358-697-291
SUOMI-FINLAND
National Board of Forestry
Office for National Parks
Box 233
SF-00121 Helsinki
Tel:(07)-358-0-61631
SUOMI-FINLAND
Alquiler de BTT en Laponia:
Tunturikeskus Kiilopää
Inari
SUOMI-FINLAND
Tankavaaran Kultakylä
(Poblado del Oro de Tankavaara)
Sodankylä
SUOMI-FINLAND
Himoshotelli Hotel
Jämsä
SUOMI-FINLAND
FICHA TÉCNICA:
Resumen de las etapas:
Día | Recorrido | Kms |
3 | Rovaniemi (Finlandia)- Rovaniemi | 33,68 |
4 | Rovaniemi – Rovaniemi | 8,29 |
5 | Rovaniemi-Molkoköngas | 84,32 |
6 | Molkoköngas- Kittilä | 74,33 |
7 | Kittilä-Kiistala | 44,13 |
8 | Kiistala-Pökka | 50,95 |
9 | Pökka-Lemmenjoki | 76,40 |
10 | Lemmenjoki-Lemmenjoki | 22,25 |
11 | Lemmenjoki- Inari | 42,45 |
11 | Inari– Inari | 12,47 |
12 | Inari–Muontkatunturit | 59,60 |
13 | Muontkatunturit-Karasjok (Noruega) | 65,74 |
14 | Karasjok-Gargoluobbal | 62,66 |
15 | Gargoluobbal-Masi | 70,15 |
16 | Masi-Masi | 15,69 |
17 | Masi-Kautokeino | 62,21 |
18 | Kautokeino- Palojarvi (Finlandia) | 56,49 |
19 | Palojarvi– Palojoensuu | 54,41 |
20 | Palojoensuu-Muodoslompolo (Suecia) | 73,80 |
21 | Muodoslompolo-Aareavaara | 68,31 |
22 | Aareavaara-Pajala | 61,41 |
23 | Pajala-Pajala | 10,01 |
24 | Pajala- Pello (Finlandia) | 62,41 |
25 | Pello– Palojarvi | 68,87 |
26 | Palojarvi– Rovaniemi | 44,02 |
27 | Rovaniemi– Rovaniemi | 20,97 |
TOTAL: | 1318,89 |
¿Por qué en Bicicleta de Montaña?
La respuesta es bien fácil.En Laponia, salvo algunas carreteras principales, nunca sabes cuando una carretera se te va a convertir en una pista de tierra.Nosotros no tuvimos ni un solo pinchazo en todo el viaje y muy pocos problemas mecánicos.
Por supuesto hay otras razones: la posibilidad de lanzarse por senderos, caminos y campo a través. Pero ¡Cuidado!. Por dos razones. La primera de ellas, la tundra (y hay trozos de ella también en el bosque) tiene un suelo muy traicionero. Todos los años desaparece algún grupo de turistas temerarios tragados por los pantanos semiescondidos bajo los líquenes. Segunda razón: La fragilidad del ecosistema y no es ninguna tontería. Efectivamente el suelo de la zona ártica es muy débil y la capa vegetal extremadamente fina.Unido ésto a las extremas condiciones climatológicas, la huella de vuestros gordos neumáticos puede quedar impresa durante siglos e irse ampliando con la erosión. Si vais allí, limitaos por favor a los senderos marcados, a las pistas y a las carreteras. El paisaje os hará olvidar que no podéis trialear.
Enlaces:
los enlaces que había han desaparecido todos. Normal, después de casi tres décadas.
Esta página ha sido actualizada el 11 de Enero del 2023 y está siendo mantenida por José Ra. Cualquier sugerencia o error se puede indicar mediante correo electrónico a j o s e r a arroba u s punto e s