Monovocálico con la «A»
A la mañana, Ana sacaba la sábana blanca ya lavada. La amarraba a la cama, la aplana, llamaba a la mamá:
-¡Mamá, mamá, acá, la cama ya va acabada!
A la mañana, Ana sacaba la sábana blanca ya lavada. La amarraba a la cama, la aplana, llamaba a la mamá:
-¡Mamá, mamá, acá, la cama ya va acabada!
La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está a punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse la ley de la gravedad.
Ana María Shua, citada en Todavía, comentando Por favor, sea breve.
Una de las muchas versiones que circulan de este clásico por las facultades de Matemática. Feliz #DiadePi y #DiadelaMatematica
embébese Esther del leve mecer del relente:
-Excelente, vegeté tres meses en el éter… ¡fetén!
De repente Pepe, ese mequetrefe que es el gerente de Mercedes Benz, se yergue de entre el verde césped, emergente el repelente pene.
Lo peor de todo no es volver a verte todos los días a la hora del aperitivo. Ni siquiera recordar tu cuerpo desnudo, tu tatuaje secreto, esa serpiente que parecía avanzar lentamente hacia tu sexo inflamado por el deseo, tu lencería de seda azul eléctrico acariciando tus pezones erectos, tus gemidos, tus miradas…
La música dio color a mi vida. Quitó el frío de mis manos (y de tu alma). Me hizo soportar tu pérdida. Me hizo olvidar tu adiós. Me dio amigos. Y bares, y alcohol. Y sexo con turistas deseosas de una aventura. Me dio jazz y blues. Me dio años.
Tú estabas en Londres abortando el hijo que nunca tuvimos -aquí no se podía abortar legalmente, aunque se hacía en condiciones inhumanas-. No habíamos salido al extranjero. A ti te echaron las monjas del colegio y te mandaron a casa, pero te fuiste al Parque de los Príncipes a fumar porros. Yo estaba perdiendo al ajedrez cuando empezó a sonar la música militar en la radio del bar. A ti, que compartiste mi vida tantos años, aún no te conocía. Tú habías huido de mí y lo viste con la boca abierta y alucinada en una televisión australiana donde nunca daban noticias de España.
Trabaja como si no necesitaras el dinero.
Ama como si nunca te hubieran herido.
Baila como si nadie te estuviera mirando.
visto como moraleja de una leyenda urbana en Historias Salvajes.
¿Quién necesita la realidad?
¡La realidad es una puta mierda!
Vale que los gráficos son buenos, pero no hay reglas, ni puedes guardar partida, ni hay vidas extras…
¡En el mundo real, no hay más que dolor y tristeza!
una llamada de teléfono, los comentarios de la parroquia, cuatro días de descanso, el capítulo siete del Quijote, filósofos que comparten sus pensamientos por nada, un mirlo a las seis, un regalo semianónimo, una estrella fugaz, una tumba prehistórica, y me envenenan los besos que voy dando, un beso de una niña y unas palabras, los amigos, las amigas, sus ojos, lo que tú sabes y nadie más, un tango, una canción, un sueño, una esperanza, lo que tira más que las maromas, una conversación, la puesta de sol sobre el Castillo de San Sebastián, los amaneceres en Barqueta, la otra Sevilla, mi Cai, despertar a tu lado, saber que me quieres – y creerme que no lo sabe nadie más-, el recuerdo de haber dormido contigo, lo que no puedo contarte, lo que te cuento todos los días, la canción que nunca canté, la novela que nunca escribí, ese cuento que le escribí a otra pero salió perfecto para ti, las conexiones ortogonales, 18 vértices de un grafo, la fiesta de corpus del Gastor, algo de física cuántica, los Upanishads, más de cien motivos, se me olvidó que te olvidé… a mí que nada se me olvida, el sol de medianoche, un viaje en autobús, el cuerno de oro, Atenas de violetas coronada, Praga nevada, Venecia sin ti, nuestro hotel en el jardín del Lido, el balcón de Julieta, la espaguetería que había a cien metros del balcón de Julieta, Europa en autoestop, más cuento que Calleja, el óctuple camino, el arte de la guerra, el aikido, el kamasutra, cosas que supe alguna vez, Laponia, Escocia, Creta, la isla del Algarve, el faro del Rompido, la lluvia de estrellas, y sin embargo… de cuando en cuando,… merece la pena.
Y además: Γαλαχιδι, una habitación sin vistas, tu mano en mi mano, una pluma que me recuerda a ti, actrices de teatro, viejos roqueros, moteros de pueblo, comidas de diseño que están buenas, conversaciones a la puesta de sol, amigas que son madres, amigos nuevos, amigos que lo siguen siendo, los países que aún no vi pero iré, tu recuerdo, tu amor sempiterno y otras cosas que no debo contar.
Después de discutir diferentes dificultades durante dos días, doce duendes de Dinamarca deshonradamente decidieron dividirse dos docenas de delicados diamantes de David Domínguez Duran, desfalcándolo duramente. David, después de descubrirlo, decepcionado dijo: «¡Devuelvanmelos! deberían demostrar decencia». Después de dos días decidió denunciarlos. Diez duendes desilusionados devolvieron diamantes, después dieron dinero donde debían. Después de diciembre, decepcionados de devolverlos descubrieron doscientas docenas de dólares. Desbordando de dicha, despilfarraron dinero durante doce días dignos de delicias doradas. Después dijeron: «donemos diezmo, definitivamente desahogaremos difíciles dilemas doctrinales
Tautograma en la extinta lista snark (2006). La autora es una jovencita de 12 años (entonces) llamada Fernanda Mendoza, de la escuela MAXEI, en la ciudad de Santiago de Querétaro, Qro. México.
Procurad pensar poco, pero profundamente (Francisco J. Briz).
Un día, la Niña de Gibraltar le dijo que tuviese cuidado con la fortuna que, a juzgar por su mano, no le ayudaría mucho. Corto Maltés se echó a reír.
– No te preocupes, madre –le dijo–, la fortuna me la fabrico yo.
Cogió una navaja de barbero y allí, sobre la palma de la mano, donde hubiera debido encontrarse la línea de la fortuna, trazó un surco profundo y sangriento.
¡Santo Dios!.., exclamó la princesa alarmada: ¡Estoy embarazada y no sé de quién!…
Te has ido sin avisar, aunque ya sabíamos que te ibas. Pero siempre nos quedaba la esperanza de que esa batalla que tanto luchaste la pudieras ganar al final. Te has ido y se nos ha quedado la cara de tonto que se nos queda siempre a la hora de despedir a alguien que no queremos despedir. Te has ido y tus amigos (nuestros amigos) no me han avisado, quizás acogotados por la tristeza o ahogados por el llanto o simplemente con el despiste que siempre nos caracterizó a ti y a mí.
Hemos estado años sin vernos y ahora te echo de menos más que antes.
Mi puerta sigue sonando de madrugada y estás en el fondo de cada caña de manzanilla. Te has ido y no tengo palabras. Ni siquiera tengo lágrimas.
Se publicó en el número 8 de Tiempo de Tango, boletín de La Secta del Cuchillo y del Coraje, de Cali, Colombia. Javier Merchante, maestro y actor, hizo una fantástica versión hablada en su blog La Taberna del Callao.
O sea, a ver si lo he entendido. Tú lo que quieres decir es que te encantaría mantener una relación permanente conmigo porque así podrías tener relaciones con más personas simultáneamente, pero que no vas a mantener una relación conmigo porque yo estoy manteniendo una relación simultáneamente con otra persona ¿no?