Kamakura, 18-6-2007

Desde el punto de vista de un gaditano, el Océano Pacífico es el fin del mundo. De allí parecen regresar estos señores enchaquetados, maletín en ristre, el paso acompasado.

Quizás son de un pequeño pueblo costero y llevan años trabajando en la megalópolis y querían volver a los orígenes. O a lo mejor sólo querían, como yo, sentir la brisa marina. O no tenían nada que hacer hasta la hora de la cena más que llenarse los zapatos de arena.

Es la foto que más me gusta de ese día. Es la imagen de una historia de la que nunca conoceremos el final, como en las novelas japonesas. Me da sentimiento de lejanía y de proximidad a la vez. Todos los mares son el mismo mar. Sólo hay un mundo. Me encanta estar aquí y me va a encantar volver con mis amigos y con la gente a la que quiero.