A la mañana, Ana sacaba la sábana blanca ya lavada. La amarraba a la cama, la aplana, llamaba a la mamá:
-¡Mamá, mamá, acá, la cama ya va acabada!
La mamá Sara, andaba callada, cara a cara, rara, afanada bajaba a la playa. Ana, Sara, las damas amaban la playa, la mar, la mar blanca, la mar plata, la mar brava, a Matalascañas alabada, tan agasajada?
Largas albas pasaban allá ambas hadas, más hazañas atadas, para aclamar, para gastar la garganta, para danzar, para cartas aladas, mas calmadas barcazas varadas, al azar ancladas.
Jamás arrasaban nada, bajaban la cara, las chanclas araban la playa.
La fragata avanzaba, ¿andaba, nadaba, saltaba? Ana parada, la sal la mataba. Ana ablandada, añadas pasadas la arrasaban, alma cansada, cara marcada.
Calladas ambas cantaban, Sara para galán a Málaga, Ana para abrazar La Habana.
De Mateo Soto en el Blog de Anónimo. Hay otro monovocálico con la «a» mucho más largo de Ruben Darío, titulado Amar hasta fracasar.
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