A modo de haiku (I)
cuando fluimos
de la forma inicial
dejamos parte
Ciertas mujeres no soportan mucho tiempo a los poetas,
los aman como ráfagas,
se encienden escolares, casi diría románticas;
en términos de caza puede afirmarse
que son presa fácil de las balas
porque las hipnotiza el reflector sobre los ojos
Paco aparca los coches.
Ramón el gitano, buen guitarrista flamenco, se pincha por las esquinas.
Joaquín, el niño la lata, con sus dedos destrozados, pide alguna moneda.
Antonia, bailaora estupenda, que comenzó haciendo polaroids y vendiendo claveles, acabó con una manta sucia encima en los inviernos.
La música dio color a mi vida. Quitó el frío de mis manos (y de tu alma). Me hizo soportar tu pérdida. Me hizo olvidar tu adiós. Me dio amigos. Y bares, y alcohol. Y sexo con turistas deseosas de una aventura. Me dio jazz y blues. Me dio años.