La música dio color a mi vida. Quitó el frío de mis manos (y de tu alma). Me hizo soportar tu pérdida. Me hizo olvidar tu adiós. Me dio amigos. Y bares, y alcohol. Y sexo con turistas deseosas de una aventura. Me dio jazz y blues. Me dio años.

Y cuando todo eso se fue, menos los años, quedó la música. Y el color.

No sé cómo podéis vivir sin entender esto. No sé cómo podéis vivir sin ver la música que veo, sin escuchar los colores que oigo.

Por eso siempre me río. A pesar del frío. A pesar de la pobreza. Aunque ya no haya turistas que me miren con deseo. Me queda el jazz y el blues.

Me quedan la música y el color.

Sinestesia.

Cuento del mes de Octubre de 2023