En esta fecha. Como todos los años, desde hace más de 50 ya, recito la máxima Fremen: Nunca perdonar, nunca olvidar.
Te pedí que te quedaras y que hiciéramos el amor. Tenías prisa, como siempre. Cogiste el maletín de tu portátil y te fuiste a tu importante reunión con una sonrisa amarga en los labios.
Dormí un rato. Me levanté. Salí al balcón a fumar un cigarrillo. Un avión cruzaba el cielo, demasiado bajo, demasiado rápido. Deberías haberte quedado conmigo.
Un día pensamos que con un clavel podíamos tapar la boca de los fusiles.
Hoy ellos no necesitan fusiles y nosotros no tenemos claveles.