Segunda parte de los artículos publicados en CiberSur en 1999. La primera puedes verla aquí mismo, con fecha de ayer.

Leíamos en el pasado artículo de esta serie (CiberSur #7) como las nuevas tecnologías pueden vaciar nuestros bolsillos de trastos inútiles. Así, pensábamos en una única tarjeta realmente inteligente que almacenara toda la información ahora dispersa en nuestras carteras y carpetas. Finalizábamos hablando de que existían prototipos. Quizás el más experimentado es el realizado en el Centro de Investigación de Xerox en Palo Alto (PARC). Y ellos deben saber de qué están hablando. Después de todo, fueron, entre otras muchas cosas, los inventores de las ventanas en la pantalla del ordenador, sistema hoy extendido casi universalmente.

El prototipo del PARC, al que ellos llaman tab (marca) es una máquina de unos pocos centímetros cuadrados, similar a una tarjeta de identificación en congresos. Consta de una CPU, una pequeña cantidad de memoria RAM, un emisor-receptor de infrarrojos y un botón de control. El prototipo original (desarrollado en el laboratorio de Olivetti en Cambridge) no llevaba pantalla, puesto que su misión era meramente identificativa, pero los más modernos llevan una pequeña pantalla de cristal líquido. Puede verse una en esta pagina web

La primera función de una marca es la de insignia activa. Es decir, la marca radia la identificación de la persona u objeto que la porta. Esto permite seguir usar la marca como llave universal, en primer lugar. Pero no sólo como llave de acceso físico. Los terminales de ordenador pueden adaptarse a las preferencias del usuario que lleva una marca sin que éste tenga que reconfigurarlos manualmente. Los teléfonos pueden saber si la persona a la se llama está o no presente en la habitación. El cobro de servicios puede relacionarse con el acceso físico a ellos (transportes, gimnasios, espectáculos…). La marca puede sustituir a todas las tarjetas con banda magnética que llevamos habitualmente.

Al poseer una pequeña pantalla LCD, una marca puede servir también como reloj, calendario, agenda y receptor de mensajes cortos. Con la ventaja de que la agenda se actualizará automáticamente y que la marca podrá traspasar mensajes más largos o con elementos multimedia (video, audio,…) a otros terminales.

También podrá funcionar como extensión de las pantallas de los ordenadores. En lugar de resumir en un icono una ventana del ordenador, éste podrá ser atrapado por la marca. Llevar un asunto a otro despacho, a casa o a otro país, será sólamente cuestión de transportar la marca asociada. Ésta rescatará a través de la red todos los programas y documentos involucrados.

La marca es sólo una parte de lo que se conoce como Computación Ubicua o Virtualidad Incorporada. El número de ordenadores presente en nuestras vidas se multiplica casi cada mes que pasa. Sin embargo, su presencia física pasa cada vez más inadvertida. Pensemos en cuantos ordenadores tenemos en nuestra casa. La respuesta que casi todo el mundo daría es menos de tres. Pero el videorreproductor, la cadena musical, el horno, el microondas, el televisor, el teléfono,… llevan computadores incorporados. Si dotamos a estos ordenadores de la capacidad de comunicarse entre sí, tendremos máquinas que podrán adaptar su comportamiento a la situación y al lugar en que se encuentren: el despertador nos dejará dormir una hora más si se suspende la reunión que tenemos a primera hora y las máquinas de café conocerán nuestros gustos.

Pero la Computación Ubicua va mucho más allá: el abaratamiento de las marcas más simples permitirá incorporarlas a todo tipo de objetos. Nunca más perderemos media hora buscando las llaves del coche ni intentando recordar dónde lo habíamos aparcado. Y si es robado, sabremos en todo momento dónde se encuentra. O simplemente, se negará a ser conducido por personas no autorizadas.