En la ira, siempre se asesinaba – indiferente – se arrojaba a las vías del metro – simulando desvanecimientos – y luego – me reprochaba – mi impotencia y mi ardor – mis ojos – mi sexo – las noches contigo – el alcohol – siempre.

En la ira – siempre se asesinaba – paseando bajo las hojas – grises de otoño – junto al río – siempre se asesinaba – hablando – con la voz pastosa – y las venas agujereadas – rubia y lisa – como una chanteuse parisina – de los trágicos 20 – yo la amaba.

En la ira -sus ojos nubosos – se perdían – entre su párpados rojos – en el tiempo – diferentes bragas azules – cuando se fue – aquella noche – yo la amaba.

En la ira – su sexo se inflamaba – como las puertas del averno – huye – agua mineral y optalidón – 33 francos franceses – una manta – y las llaves del coche – no la olvidaré – música y fundir en negro – aunque en la ira – nunca pude comprenderla.