de Saul Alinsky. Traducción: Marta Álvarez Sáez. Editorial Traficantes de sueños. Encontrado en Rebelion.org gracias a Osfa Veladoz.

  1. No olvidéis nunca la primera regla de la táctica del poder: el poder no es solamente lo que tenéis, sino también lo que el enemigo cree que tenéis…
  2. Esta es la segunda regla: no salgáis nunca del campo de experiencias de vuestra gente. Cuando, de hecho, una acción o una táctica es completamente ajena a su experiencia, provocáis en ellos confusión, miedo y deseos de marcharse. Esto significa también que la comunicación fracasó…
  3. La tercera regla: salid del campo de experiencias del enemigo cada vez que podáis. Porque es la confusión, el miedo y el abandono lo que queréis provocar en él…
  4. La cuarta regla, es poner al enemigo contra el muro de su propio evangelio. Por ahí lo podéis pillar, porque no podrá seguir respetando sus propias reglas como la Iglesia no puede vivir su cristianismo…
  5. La quinta regla confirma la cuarta: el ridículo es el arma más poderosa que tiene el hombre…
  6. La sexta regla es que una táctica es buena sólo si vuestra gente disfruta aplicándola. Si no se entusiasman es que en esta táctica hay algo que no funciona…
  7. La séptima regla es que una táctica que se prolonga mucho en el tiempo se vuelve aburrida…
  8. La octava regla consiste en mantener la presión, por diferentes tácticas u operaciones, y utilizar en provecho vuestro todos los acontecimientos del momento…
  9. La novena regla es que la amenaza, por lo general, asusta más que la propia acción…
  10. La décima regla: el principio fundamental de una táctica, es hacer que los acontecimientos evolucionen de tal manera que mantengan, sobre la oposición, una presión permanente que provoque su reacción…
  11. La undécima regla es que llevando lo suficientemente lejos una desventaja, ésta se convierte al final en una ventaja…
  12. La duodécima regla es que un ataque sólo puede tener éxito si tenéis preparada una alternativa constructiva…
  13. La regla decimotercera: hay que elegir el blanco, personalizarlo, inmovilizarlo y concentrarse sobre él al máximo.