Cuento con banda sonora de tango

Se publicó en el número 8 de Tiempo de Tango, boletín de La Secta del Cuchillo y del Coraje, de Cali, Colombia. Javier Merchante, maestro y actor, hizo una fantástica versión hablada en su blog La Taberna del Callao.


Sola, fané
y descangayada
la vi esta madrugada
salir de un cabaret.
Flaca, dos cuartas de cogote,
y una percha en el escote,
bajo la nuez.

Buena, no iba sola, sabes. Pero el tipo, que resultó ser su marido, era bajito, viejo y feo. Con mirada atravesada, como queriendo ser malo pero sin conseguirlo. No era de madrugada, sino a la luz del día y no era un cabaré, sino la boda de uno que fue amigo de los dos.Pero todo lo demás resultó ser cierto. Cargada de espaldas, quizás por el peso de los años o de la enfermedad, vestida como de señora antigua. No de pebeta, como dice el tango. De pebeta vestía cuando estaba conmigo y bien guapa que estaba, rediós. Recuerdo cómo nos miraba la gente al vernos pasar (yo tambiénestaba hecho un buen mozo, sabes) cogidos de la mano y siempre mirándonosa los ojos.

Chueca, vestida de pebeta,
teñida y coqueteando su desnudez;
parecía un gallo desplumao,
mostrando al compadrear
el cuero picoteao.

Yo que se cuando
no aguanto más,
al verla así rajé,
pa’ no llorar.

Tampoco fue pa’ llorar, carajo. Mira que he oído veces el bendito tango éste. Y nunca pensé que lo pudiera aplicar a mi vida. No niego haberlo deseado, desde luego. ¡A quién no le ha plantao una muchacha cuando pibe! Y ha oído «Esta noche me emborracho», ebrio,desde luego, y ha pensado, veremos dentro de diez años, tú,fatal y yo estaré como hoy, no, como antes de que me dejaras.

No. Estaba mal, desde luego. Hasta me lo comentó alguien que la conocía poco y de hace poco: «Qué desmejorada que se la ve». Perodiscreta, sin lujos ni desnudeces, ni teñida. Con su pelo de ala de cuervo, un poco entrecanoso ahora. Compadreando, sí. Huyéndome la mirada cuando llegué, sí parecía un gallo desplumao.

Ya no era la reina de otros tiempos, cuando su risa llenaba las salas y sus ojos oscurecían las lámparas. Estaba como apagada, rodeada de gente aún mayor que ella, ella que siempre se rodeaba de juventud y de alegría.

Pero no era pa’ llorar. No me dio el corazón ese vuelco de los encuentros casuales, ese susto que te deja un segundo dudando antes de volver y decirte: «No pasa nada»

Y pensar que hace diez años
fue mi locura.
Que llegué hasta la traición
por su hermosura.

Que esto que hoy
es un cascajo,
fue la dulce metedura
donde yo perdí el honor.

Diez años, la pucha. Ayer mismo faltaba yo al trabajo para ir a recogerla a Atocha y han pasado diez años… Y está hecha una pena. Y qué me gusto del tango éste siempre lo de la dulce metedura. De verdad que era dulce cuando lo era.

Que chiflao por su belleza,
le quite el pan a la vieja,
me hice ruin y fechador.

Más que fechador, embustero. Bueno, qué diantre, sí. También esto es verdad. Pero tampoco fue lo que yo imaginaba cuando lo oía en el tocadiscos con quince años. Y la mayor parte de las fechorías se las hice a ella. Y a otras, por estar con ella.

Con la vieja no peleé mucho. A la vieja, pobrecita, algún dios la guarde, le gustaba mucho para mí. Pero nunca se entendieron. Las dos me querían tanto…

Y eran tan distintas. La vieja, con sus pieles y con sus joyas, quería hacerla toda una señorita. Y ella, tan de pueblo, tan sencillota, no se encontraba.

Que quedé sin un amigo,
que viví de mala fe.
Que me tuvo de rodillas,
sin moral, hecho un mendigo,
cuando se fue.

Ahí sí, ves. Un mendigo, de rodillas, sin un amigo. Qué mal que lo pasé. Y lo peor fue que no fue ella la que se fue. Me fui yo.

Y queriéndola, ¿sabes? Eso fue lo más difícil. Porque ella no se lo creyó, pero yo la quería tanto como ella a mí. Pero no éramos el uno para el otro. Cuando estábamos bien el mundo era nuestro, pero eso eran pocas horas. Cualquier cosa era suficiente para… Pero bueno, qué te voy a contar. No te interesan las peleas de antaño y además, quieras que no, le debo un respeto y las broncas de enamorados no se cuentan nada mas que al confesor o al analista.

Pero eso sí, qué mal que lo pasé. Todo el día borracho, por esas calles malas del centro. Sin trabajar nada mas que lo justo pa’ que no me botaran. Gracias a mi hermano, que si no es por él…

Nunca creí
que la vería
en un requiescatinpace
tan cruel como el de hoy.

Mire si no es para suicidarse,
que por ese cachivache,
sea lo que soy.

Y ahora, ya ves. Lo que soy. Me va bien, estoy con otra, que es estupenda. No es la misma explosión, desde luego, pero es como más tranquilo, más sosegado. No se te vaya a escapar nada de esto.

Sí, ella lo sabe. Pero cree que me he olvidado del todo. Y sí que me he olvidado, ¿no?. Me ha dao pena verla así y que a ella no le vaya tan bien como a mí, ¿sabes?, pero eso es todo.

No, no pensaba verla así. Pero cruel como el de hoy es un poco exagerao. No ha sido duro. Lo peor, sentir que aquella chispa ya no existe. O lo mejor, debería decir. No me mires así.


Fiera venganza la del tiempo
que te hace ver deshecho
lo que uno amó.

Lo que uno amó… Dicen que no se puede amar dos veces. Qué sólo una vez es la buena, sabes, y que las demás son reflejos o huidas. Pero debe ser mentira. Yo he querido tanto. De diferentes maneras, claro. Y ahora, estoy bien. Pero aquello era distinto.


Y este encuentro
me ha hecho tanto mal
que si lo pienso más
termino envenenao.

Y esta noche
me emborracho bien,
me mamo bien mamao,
pa’ no pensar.

También pensaba siempre que me iba a emborrachar si algún día tuviera «el encuentro». Pero ni eso voy a hacer, sabes. Bueno, otra copa, sí, pero sólo una, que mañana hay que trabajar.

No, no me mires así. Es el humo. Hombre, un poco conmovido sí que estoy, pero no es para tanto. Tienes que entenderlo, mira, hacía mucho tiempo que no la veía y verla así… Y luego, tu idea de venir a este lugar. No sabía que acá hacían tangos. Es bonito el sitio.

No, hombre, no, que es el humo. Ya te he dicho que no me mires así.


CRÉDITOS:
Banda Sonora: ESTA NOCHE ME EMBORRACHO
Música y letra de Enrique Santos Discépolo.
Compuesto en 1927.
Estrenado por Azucena Maizani.
Grabado por Ignacio Corsini el 9/5/1928.
Carlos Gardel lo grabó el 26/6/1928.
Monólogo: Bela Rosety (Zifra), 8/2/97.

Cuento del mes de Enero de 2023