Era el principio de un sueño. Era el final del principio de un sueño. Íbamos a hacer una revolución diferente. No queríamos el poder, queríamos acabar con el Poder. Hacer el amor y no la guerra. Encontrar la playa que había debajo de los adoquines.

Era el principio de un sueño. Íbamos a acabar con el racismo, con el capitalismo, con el comunismo. Hubo primavera en Praga (pero llegaron los tanques) y huelga en París (que boicotearon las izquierdas). Había un verano del amor. Íbamos a construir una nueva sociedad en la cáscara de la vieja. El loco se iba a convertir en el amo del manicomio.

Era el principio de un sueño. Había música nueva, colores nuevos. El mundo en nuestras manos, para derramarlo sobre nuestros cuerpos desnudos. Poesía. Palabras mayores: Arte, Pensamiento, Paz. Nadie para Presidente. Conocimiento. Amor Libre.

No fue el principio de un sueño. Fue el principio del final de un sueño. Una revolución cosmética que lo único que nos ha permitido es ir a trabajar en camiseta y con el pelo largo. Y no en todos lados.

No fue el principio de un sueño. Fue el comienzo de una nueva religión con dogmas indefinidos, pero tan alienante como las viejas religiones. Con sus iconos, sus mártires, sus gurúes. Con su catecismo reaccionario y antiracional: New Age desacreditando a la ciencia, superstición homeopática sustituyendo a la reclamación de una medicina científica que no esté en manos de las multinacionales, astrología en lugar de astronomía. Y una auténtica pléyade de estafadores sacando dinero con el Feng-Shui, el eneagrama, la parapsicología, las flores de Bach, las pirámides bosnias, la oniromancia y/o cualquier otro invento exótico basado en milenarias tradiciones inventadas el siglo pasado.

No fue el principio de un sueño. La pesadilla continúa. Cambiamos Vietnam por Irak, la Guerra Fría por la Guerra Mundial Africana, el Hambre por el Hambre, la lepra por el SIDA. Duplicamos la superpoblación, vendimos a los saharahuis por un puñado de fosfatos, judíos y palestinos siguen invocando la destrucción mutua asegurada. Pasamos del engendro de la Revolución Cultural a la pesadilla de la esclavitud capitalista dirigida por el Partido Único. Garantía de precios bajos en prescindibles productos desechables que nos permiten mantenernos creyentes consumidores.

No fue el principio de un sueño. Canjeamos la revolución que iba a cambiar el mundo por organizaciones no gubernamentales que reciben su dinero de los gobiernos. Sectas de la nueva religión donde la juventud gasta sus energías en parchear los problemas en vez de en solucionarlos.

No fue el principio de un sueño. Como bien previno Ginsberg, hemos visto a las mejores mentes de varias generaciones destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa .Atiborrados de ansiolíticos y antidepresivos para soportar una realidad que no soportamos, para mantener una ficción de felicidad en una vida surreal.

No fue el principio de un sueño. El mar está literalmente lleno de mierda, los peces desaparecen. El aire se espesa con venenos de desechos industriales. Cambiamos el clima y, aún así, seguimos quemando las sustancias orgánicas que servirían a nuestros descendientes para construir piezas. Piezas necesarias cuando empiecen a escasear metales estratégicos.

Hemos convertido el único planeta habitable conocido (y si conociéramos otro, no sabríamos como llegar a él) en un lugar donde no se puede pasear al aire libre sin crema protectora… y lo hemos asumido como algo normal.

No, no fue el principio de un sueño: Debajo de los adoquines está la playa… pero ahora está llena de chapapote.


Gracias a los chavales de faq-mac que no sólo se acuerdan de mí para estas cosas, sino que nunca me han olvidado. Este texto es un encargo suyo y la publicación original fue en sus páginas en 2008. Entonces escribí:

El sueño se acabó hace cuarenta años. Es hora de volver. Es necesario.