Estaba a la orilla de la Gran Cisterna. Esta tenía una puerta, por la que entraba un brazo de río. Había también allí un talismán que atraía a los atunes por el mes de mayo.

La esposa del rey de San Pedro dijo a su marido: “Si abrieras una puerta en el ángulo de ese monte, le entrarían al río, desde el mar, dos brazos. Nuestra cisterna aumentaría entonces enormemente, y los peces y atunes del mar se meterían en ella”.

El respondió: “No lo haré, pues no quiero que nuestro país quede cortado”

Ella, entonces, le dejo unos días hasta que le dio el permiso de hacerlo así.

Mandó entonces a los técnicos y operarios que abrieran la entrada por donde hoy entran los barcos y barcas entre Rota y Cádiz, pero al encontrarse con el río llamado Guadalete, crecieron hasta casi cubrir el puente.

El agua subió entonces en la ciudad de Cádiz, desbordándose y sumergiéndola. Y, por ello, quedó sólo una pequeña isla


Leyenda recogida en el siglo XII sobre Cádiz por Al-Zuhrí.

El acueducto del Tempul, el canal Bahía-Caleta (o el caño), la almadraba, el templo de Hércules (después de San Pedro o Sancti Petri) y el tsunami que siempre vuelve: todo Cádiz en una leyenda.