Y sin embargo

una llamada de teléfono, los comentarios de la parroquia, cuatro días de descanso, el capítulo siete del Quijote, filósofos que comparten sus pensamientos por nada, un mirlo a las seis, un regalo semianónimo, una estrella fugaz, una tumba prehistórica, y me envenenan los besos que voy dando, un beso de una niña y unas palabras, los amigos, las amigas, sus ojos, lo que tú sabes y nadie más, un tango, una canción, un sueño, una esperanza, lo que tira más que las maromas, una conversación, la puesta de sol sobre el Castillo de San Sebastián, los amaneceres en Barqueta, la otra Sevilla, mi Cai, despertar a tu lado, saber que me quieres – y creerme que no lo sabe nadie más-, el recuerdo de haber dormido contigo, lo que no puedo contarte, lo que te cuento todos los días, la canción que nunca canté, la novela que nunca escribí, ese cuento que le escribí a otra pero salió perfecto para ti, las conexiones ortogonales, 18 vértices de un grafo, la fiesta de corpus del Gastor, algo de física cuántica, los Upanishads, más de cien motivos, se me olvidó que te olvidé… a mí que nada se me olvida, el sol de medianoche, un viaje en autobús, el cuerno de oro, Atenas de violetas coronada, Praga nevada, Venecia sin ti, nuestro hotel en el jardín del Lido, el balcón de Julieta, la espaguetería que había a cien metros del balcón de Julieta, Europa en autoestop, más cuento que Calleja, el óctuple camino, el arte de la guerra, el aikido, el kamasutra, cosas que supe alguna vez, Laponia, Escocia, Creta, la isla del Algarve, el faro del Rompido, la lluvia de estrellas, y sin embargo… de cuando en cuando,… merece la pena.

Y además: Γαλαχιδι, una habitación sin vistas, tu mano en mi mano, una pluma que me recuerda a ti, actrices de teatro, viejos roqueros, moteros de pueblo, comidas de diseño que están buenas, conversaciones a la puesta de sol, amigas que son madres, amigos nuevos, amigos que lo siguen siendo, los países que aún no vi pero iré, tu recuerdo, tu amor sempiterno y otras cosas que no debo contar.


Mi puerta sigue sonando de madrugada

Te has ido sin avisar, aunque ya sabíamos que te ibas. Pero siempre nos quedaba la esperanza de que esa batalla que tanto luchaste la pudieras ganar al final. Te has ido y se nos ha quedado la cara de tonto que se nos queda siempre a la hora de despedir a alguien que no queremos despedir. Te has ido y tus amigos (nuestros amigos) no me han avisado, quizás acogotados por la tristeza o ahogados por el llanto o simplemente con el despiste que siempre nos caracterizó a ti y a mí. 

Hemos estado años sin vernos y ahora te echo de menos más que antes.

Mi puerta sigue sonando de madrugada y estás en el fondo de cada caña de manzanilla.  Te has ido y no tengo palabras. Ni siquiera tengo lágrimas. 

Cuento del mes de Enero de 2023


Lecciones de budismo instantáneo

En el siglo V adC ya nos avisaban que una de las causas del dolor es la separación del objeto amado. Y no se ofendan por lo de objeto, que traducir del sánscrito no es fácil.

Para pelearse con el dolor hay varias posibilidades. Algunos orientales, creyéndose estúpidos y sabiéndose sabios, o viceversa, dejan de amar para evitarlo y se convierten en samurais o en pokémones. Algunos occidentales, sabiéndose estúpidos y creyéndose sabios (o viceversa) incrementan el amor hasta que el dolor llega a límites insoportables, se convierten en romeos y julietas, y acaban suicidándose en una iglesia como ejemplo para futuras generaciones de amantes. O escriben tangos. O peor aún, boleros.

Yo, que me sé estúpido, me paso el día mirando la bandeja del correo y los mensajes del móvil, esperando esa palabra que no va a llegar. Cómo también me creo sabio, intento conformarme con lo que me queda de ti: el amanecer que no tuvimos y la salada infinitud del horizonte en tu mirada.


Cuento del mes de Julio de 2023


Olvido

Solo una cosa no hay
y es el olvido
(J. L. Borges)

Despertó sin saber dónde estaba. Antes de abrir los ojos ya notó que no reposaba en su cama. Entreabrió los párpados y casi vio un techo rotundamente blanco. Sin sobresaltarse (viajaba mucho y no era una sensación extraña) intentó recordar. No pudo. Pensó en su nombre: Jaime. Saberlo lo tranquilizó. ¿Qué había hecho la noche anterior? Ni idea. Cumpleaños, lugar de nacimiento: sin problemas. Una humilde ciudad costera, hacía 29 años, 6 meses y 19 días. Se movió despacito e intentó incorporarse.

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